En la frontera entre la ciencia y la espiritualidad, el concepto de la energía psíquica emerge como un dominio lleno de misterio y fascinación para algunas personas así como miedo y recelo para otras. Mientras que la constante evolución tecnológica nos permite desvelar los secretos más diminutos de la materia y explorar los confines más remotos del universo, sin embargo, la energía psíquica desafía nuestra comprensión al no estar directamente relacionada con la materia. 

Este post explora la naturaleza de la energía psíquica, su relación con nuestro universo y su manifestación a través de prácticas como la meditación, abriendo un diálogo sobre sus complejidades y su potencial transformador en nuestra experiencia vital.

La Naturaleza de la Energía Psíquica

La energía psíquica, a menudo descrita sus diferentes manifestaciones en términos como “Kundalini, energía “Chamánica”, psíquica, “astral u otras, constituye la esencia de un nivel de la realidad ajeno a la experiencia de los sentidos ordinarios. 

Aunque su existencia se pueda debatir en círculos científicos eventualmente, es innegable que produce manifestaciones perceptibles, ya sea en estados alterados de conciencia, prácticas meditativas profundas o incluso en momentos de crisis psíquica. No lo podemos empaquetar pero si podemos acceder a la experiencia. En esencia, la energía psíquica es una manifestación de una forma de sustancia que forma parte de todo el Universo. De hecho yo creo que la energía es la que en su forma más densa crea la materia, y no al revés. 

Para continuar con el análisis, tengamos en cuenta que al final lo que experimentamos como realidad sólida es la que se manifiesta a través de los sentidos y cómo sabemos, la calidad del estado de los sentidos nos permitirá percibir la realidad de una forma u otra. Y aunque la realidad existe por si misma, al final la que es para nosotros va a depender de la calidad de nuestra percepción.

Manifestación y Práctica

En la práctica meditativa, que podemos considerar como un viaje hacia nuestro interior, en una de las fases del proceso el control inconsciente de la energía psíquica se libera. Esta liberación nos lleva a tener ciertas experiencias. Por ejemplo en la Kundalini, el cuerpo cimbrea en la meditación y pueden surgir visión muy claras. En la energía astral, podemos disfrutar de percepciones extraordinarias de la realidad, como ver el aura de las personas, o escuchar el pensamiento de otras personas. En las Chamánicas, nuestra conexión con la Naturaleza alcanza un nivel superior. Y otras experiencias.

No obstante, la liberación de esta energía no está exenta de desafíos. En algunos individuos, particularmente aquellos con predisposiciones a ciertos trastornos psíquicos, el despertar de estas energías puede ser tumultuoso, llevando a experiencias de gran sufrimiento o confusión.

Sufrimiento, Despertar y Calma

Aunque me refiero al despertar psíquico como un proceso que suele ocurrir en el camino de la meditación, en algunos casos el sufrimiento intenso puede actuar como catalizador para el despertar de esta energía psíquica. Fenómenos como las crisis psicóticas pueden interpretarse como manifestaciones extremas de este despertar. 

Sin embargo, cuando el proceso se aborda de manera ordenada y con apoyo, como a través de la práctica continua de la meditación, la fase de expansión psíquica eventualmente se tranquiliza, desembocando en un estado de calma profunda y abriendo la puerta a niveles de experiencia aún más profundos y enriquecedores.

Un nuevo horizonte tras el despertar

La energía psíquica, con todas sus complejidades y misterios, ofrece un camino hacia la transformación y el entendimiento profundo del ser, cuando es tratada con conciencia y sabiduría.

En caso contrario, puede llevar a las personas en dos direcciones opuestas pero ninguna de ellas deseable. 

Por un lado, el de los que disfrutan con las manifestaciones de la energía psíquica y acaban convirtiendo esto en un fin, como los médiums astrales o espirituales, o los que organizan trabajos Chamánicos o de Kundalini, y por otro lado, los que pueden caer en un estado psicótico sin resolver y por lo tanto creando una situación de miedo o ansiedad hacia esta parte de nosotros mismos. 

Cuando nos embarcamos en esta fase del desarrollo interior de la mano de la meditación Vipassana, este proceso de despertar es muy seguro y muchas veces apasionante. Y a través de él comprendemos y dejamos atrás muchas de las vicisitudes de la vida.

 a medida que aprendemos a navegar su liberación y manejo, nos enfrentamos a desafíos, sí, pero también a oportunidades de crecimiento y expansión de nuestra conciencia. 

Finalmente, al calmarse las aguas de la expansión psíquica, emergemos en un nuevo nivel de experiencia, o mejor dicho, de conciencia, uno que promete aún mayores profundidades de comprensión y conexión con el tejido del universo, exterior e interior. 

Invitamos a nuestros lectores a continuar este viaje de descubrimiento, reflexionando sobre cómo estas prácticas transformadoras pueden influir en su propia búsqueda de equilibrio, bienestar y entendimiento.

Y recordaros que lo importante no son los eventos que ocurren en el camino, sino la luz que encontraremos al final de todas las experiencias.